Debido a la penetración del internet en nuestras vidas, el mundo se encuentra cada vez más interconectado, permitiendo que voz, imágenes y datos sean transmitidos a velocidades y distancias impensables hace algunos años.
Sin embargo, gracias a conceptos como la nube o el funcionamiento inalámbrico de muchos artículos tecnológicos, es fácil olvidar que entre el 97% y el 99% del internet es transportado a través de cables submarinos de fibra óptica a velocidades cercanas a la luz.
Es así, que el mundo se encuentra interconectado con una vasta red de cable submarino de cerca de 1,2 millones de kilómetros que permiten que las finanzas, comunicaciones y la información fluya a lo largo y ancho del planeta, permitiendo realizar transacciones financieras con un altísimo nivel de seguridad o efectuar reuniones virtuales en tiempo real.
Igualmente, es importante resaltar que los gobiernos se valen de la infraestructura submarina para mantener comunicaciones oficiales y para el caso de las grandes potencias, efectuar operaciones transcontinentales que desde luego incluyen información crítica. Por ejemplo, la operación remota de drones que utiliza Estados Unidos se sirve del ancho de banda y velocidad de transmisión disponible en los cables submarinos para controlar desde su territorio operaciones a nivel global en países como Afganistán e Irak.
Así las cosas, debido a la importancia económica, comercial y de seguridad nacional, desde la perspectiva de la protección de la infraestructura crítica podría deducirse que la seguridad y protección de estas redes submarinas es una prioridad para los gobiernos que dependen de ellas; nada más alejado de la realidad.
En este contexto, es evidente que si se revisa la documentación y legislación asociada con los mares y los océanos, nos encontramos que los grandes olvidados en en la reglamentación marítima internacional son los cables submarinos; ¿Por qué?.
La instalación, operación y mantenimiento de los cables submarinos al ser operado por privados (en muchos casos multinacionales) y al utilizar aguas internacionales carecen de la protección estatal requerida para su protección, ya que estamos hablando de grandes tendidos de cables bajo millones de galones de agua, en presiones excesivas lo que por sí solo genera costos astronómicos.
Entonces, la solución de los países tiende a ser la más barata (no la más económica o eficiente), mirar hacia otro lado y dejar que la responsabilidad del mantenimiento y operación de los tendidos de fibra óptica recaigan sobre los privados (a pesar que gran parte de ellos se reposa sobre la zona económica exclusiva y mar territorial de cada uno de los países); obviando algo que desde la perspectiva de seguridad nacional es evidente: La red de fibra óptica submarina es infraestructura crítica para la seguridad nacional y como tal debe ser gestionada conjuntamente, tomando en consideración el impacto que generaría una falla crítica en este sistema para cada una de las naciones que se sirven de ella.
Ahora bien, existen gran cantidad de ejemplos en los cuales, debido a fallas del cable submarino se han presentado fallas críticas a la totalidad de los sistemas informáticos de un área geográfica, causando multimillonarias pérdidas y generando caos e inestabilidad social y económica.
Uno de los eventos más impactantes se presentó en Diciembre de 2006 en Asia. En este evento, como lo menciona el New York Times, las telecomunicaciones a lo largo de este continente fueron interrumpidas, al parecer, debido a un terremoto en las afueras de Taiwán que dañó varios cables submarinos, bloqueando los servicios de datos, voz e internet y afectando la velocidad de los enlaces satelitales.
De acuerdo al diario Norteamericano, debido a este suceso las compañías financieras fueron golpeadas muy fuerte, así como la banca en línea, las comunicaciones entre mercados financieros fueron afectadas. Todos estos problemas se asociaron con un terremoto de una magnitud de 6.7 en la escala de Ritcher.
Ahora bien, si este escenario se presentó en la robustecida infraestructura de cables submarinos asiaticas, con múltiples planes de contingencia, la pregunta que obligatoriamente debe plantearse para los escenarios de países en vías de desarrollo: ¿Cuál sería el impacto de una afectación de la infraestructura de cables submarino para la región?
En la segunda parte del presente artículo abordaremos estos escenarios y la forma como países desarrollados con intereses geopolíticos en la región están desarrollando herramientas que podrían utilizarse para afectar la infraestructura de cables submarinos a nivel mundial como una posible arma de guerra.
Gustavo Adolfo Martínez Hincapie
Interesante artículo y necesario de abordar. Esperaremos la segunda parte.