Las autoridades españolas interceptaron un petrolero mercante que transportaba 3.000 kilos de cocaína en el Golfo de Vizcaya y, en un giro inusual, afirman que los tripulantes del buque hundieron su propio barco en un intento de evitar su detención.
La interdicción fue el resultado de una investigación de varios meses sobre una organización de contrabando con sede en Pontevedra. El plan consistía en transportar cocaína a un punto cercano a la costa gallega, donde se transfería a buques más pequeños.
Según la Guardia Civil, el pequeño buque cisterna Nehir se ajustaba al perfil operativo sospechoso y, cuando se presentó la oportunidad de realizar una interceptación, los agentes abordaron el buque en una redada realizada antes del amanecer frente a Ribadeo.
El petrolero fue interceptado por el buque Serviola de la Armada española, y un equipo de abordaje de la Policía Nacional se desplegó para registrar el barco.
Sin embargo, la interdicción se convirtió rápidamente en una misión de rescate, ya que el Nehir estaba haciendo agua rápidamente.
El equipo de abordaje salvó a los nueve tripulantes del petrolero para su detención, y también se incautó de 3.000 kilos de cocaína, cuyo valor se estima en 180 millones de dólares en el mercado negro europeo, mucho más que el valor del buque.
Según la Guardia Civil, los presuntos contrabandistas habían abierto «algún dispositivo que provocó la rápida inundación de todos los compartimentos del barco con la intención de no dejar ningún rastro de su carga ilícita, [y] en poco más de dos horas, el barco se hundió por completo».
Los nueve miembros de la tripulación -todos de nacionalidad georgiana y turca- serán entregados a las autoridades judiciales para su procesamiento. En cuanto al pecio, se ha enviado al lugar del hundimiento un buque de respuesta a derrames para hacer frente a cualquier contaminación que pueda salir a la superficie.
